Cuando el consumo es violencia – por Fernando Contona
En una sociedad condicionada por el miedo y la ansiedad, el consumo, se convirtió en la actividad más importante destinada a la búsqueda del disfrute y el placer. Una búsqueda que tiene como objetivo poder «llenar con algo» ese vacío interno que habita en cada uno de nosotros.
Y no solo se trata de llenar lo que esta vacio, sino también, de evitar todo aquello que pueda ser causante de malestar o incomodidad, buscando ansiosa-mente que las experiencias sean placenteras y libre de preocupaciones; Imaginamos escenarios ideales (casi de fantasia), en donde finalmente, después de tanta actividad frenética, podremos obtener nuestra recompensa tan deseada: descansar, relajarnos, para luego retomar con la rutina.
El descanso nunca llega. Por qué el descanso genuino, (como capacidad de re-estauracion), difícilmente pueda tener lugar si no hay momentos de pausa. De hecho invertimos tanta energía en llenar nuestra agenda semanal para no dar lugar a tiempos muertos; que el quedarnos quietos no es una opción. La idea de no ser productivos por un momento, es inconcebible para nosotros.
Si no hay lugar para la pausa, la introspección, y el dolor, entonces…
¿En qué momento vamos a recibirnos como personas?
Son en los momentos de dolor y sufrimiento, en donde se requiere un mayor estado de presencia. En esos momentos, en donde uno decide quedarse quieto y recibir todo lo que está sucediendo, aunque el presente sea un verdadero terremoto.
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