Mente de principiante – por Román Ferder

    A través de los años pude observar que la mayoría de las personas que nos acercamos a la práctica meditativa de la presencia, lo hacemos buscando calmar dolor y sufrimiento físico y emocional, que alguien nos enseñe un método, una técnica para disminuir síntomas de ansiedad y miedo. Muchos llegamos cargados de información, conceptos y, en mi caso, unos cuántos años de terapia y una enorme carga de condicionamientos naturales de nuestra propia historia.

    Las librerías están abarrotadas de libros sobre el tema meditación y neurociencias. No alcanzaría una vida para ver y leer lo que ofrece internet. Evidentemente, hay una enorme necesidad de acceder a estos conocimientos y muchos para ofrecerlo. Sin embargo, toda ésta información que traemos y a la que podemos acceder de forma rápida y sencilla, puede jugarnos un poco en contra a la hora de sentarnos a meditar.

    Es habitual escuchar que las personas que nos guían, enseñan y tienen muchos años de prácticas contemplativas, nos sugieren adoptar una mente de principiante.

    No importa cuántas horas de práctica y experiencia tengamos. La mente de principiante puede ser tan importante como la postura o la intención de estar presentes. Es un estado, no un concepto. Y se necesita de humildad y compasión para poder acceder a él.

    Este estado o mente de principiante, nos va ayudar a ir des-aprendiendo, a ir liberándonos poco a poco de todos los conceptos y experiencias pasadas. Nos puede enseñar a ser agradecidos con todo lo que vamos descubriendo. Nos va acompañar con amabilidad y paciencia en éste camino hacia lo profundidad de nuestra consciencia.

Que puedas cultivar siempre… mente de principiante.