– por Dr. Diego Robatto
El psicólogo Daniel Kahneman, ganador del premio Nobel de economía 2002 sugiere en su libro “Pensar rápido, pensar despacio” que la intuición es la responsable secreta de muchas de las elecciones y juicios que hacemos cotidianamente.
Las personas intuitivas pueden tomar decisiones sobre lo que les conviene a partir de lo que sienten “en las tripas” o a partir de lo que les “dicta el corazón”, y tal vez luego; en un segundo momento evaluar la decisión racionalmente y someterla a un análisis lógico.
Podemos decir que es bastante común en nuestro medio el no estar atentos a las sensaciones corporales (la respiración, los latidos cardíacos, las sensaciones abdominales y en las entrañas), y que en general vivimos tomados por estímulos del mundo exterior que nos convocan permanentemente.
Nuestro cerebro tiene lo que se da en llamar un “sistema de saliencia”: Saliencia se refiere a algo que sobresale, que llama la atención, que es notorio; y todo esto ocurre si ese algo es importante.
Entonces, el sistema de saliencia del cerebro evalúa la relevancia de cualquier señal (interna o externa) y en base a su grado de relevancia tomaremos o no conciencia de ella.
Tanto el sistema cardiovascular como el aparato digestivo y respiratorio envían constantemente información hacia el cerebro a través de diversas vías: neurológica, endócrina, inmunitaria y metabólica. Todas estas vías son bidireccionales (de arriba abajo y de abajo hacia arriba) y además interaccionan entre sí.
Momento a momento miles de millones de señales salen del aparato cardiovascular y digestivo, y son procesadas por el sistema de saliencia del cerebro sin llegar a ser perceptibles y no nos llaman la atención.
Pero ¿Cómo decide el sistema de saliencia cuales son las señales que tienen que convertirse en una sensación consciente y perceptible?
Una región del cerebro es crucial en este proceso, y es la corteza insular o ínsula. La ínsula recibe este nombre por su localización, como si fuera una isla escondida debajo de la corteza temporal; y es el centro de la red de saliencia del cerebro. Es allí donde se hace posible el darnos cuenta de ciertas sensaciones corporales internas, lo que se conoce como INTEROCEPCIÓN.
La interocepción es una capacidad normal de toda persona, que se puede cultivar, entrenar y desarrollar; que con la practica de Mindfulness se incrementa de manera significativa.
La Insula es una de las áreas cerebrales que se activan durante la meditación, e incluso en practicantes disciplinados se ha medido un incremento del grosor de la corteza insular; lo que mejora nuestra capacidad de “escuchar” al cuerpo y en particular al corazón y los intestinos.
Si estas áreas se encuentran saludablemente integradas con los centros evolutivamente más modernos (Neocorteza y Corteza Prefrontal) se dan las condiciones que hacen posible el incremento de las capacidades intuitivas; entendiendo como intuición a un saber inmediato y no racional, no categorizable.
Un saber instantáneo y una percepción exacta de la realidad del momento presente tal cual es.
Comentarios recientes